05/10/2017

¿Qué sigue para reconstruir la escuela?

Mexicanos Primero, 2017

David Calderón

Como antes escribimos, los sismos e inundaciones irrumpieron en la vida de niños y jóvenes, con saldos dolorosos y complejos. Lo primero, sin duda, es la consideración de la dimensión emocional, que hemos impulsado desde la iniciativa #AntesNiñosQueLadrillos. Seguiremos insistiendo en que la prioridad es brindarle a los alumnos afectados una atención empática y respetuosa de sus vivencias y sentimientos; el centro de toda educación es la persona misma, y aportar a su estabilidad y salud emocional es imperativo. Por ello hemos subrayado que es imprescindible la activación del Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela, mandato de la Ley General de Educación, para que el reinicio de clases parta de actividades para asegurar un ambiente de identificación grupal, sereno, lúdico y seguro. La guía elaborada por el Sistema Nacional de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes y aprobada por la SEP, se ha comenzado ya a usar en las reuniones previas de supervisores, directores y maestros, y hay varios recursos –cuadernillos, cuentos, infografías y otras guías- que pueden resultar valiosas en ese proceso, descargables aquí.

¿Qué sigue para reconstruir la escuela? Es de reconocerse a las autoridades federales –la SEP y el Instituto Nacional de Infraestructura Educativa- la actividad intensa en la identificación de los daños estructurales en los edificios, en la vigilancia de los dictámenes sobre la seguridad de los espacios que deben ocuparse, y también en el mapeo y planeación de los edificios a demoler y reconstruir. Pero es momento de establecer una ruta crítica para asegurar que no confundimos la escuela –su realidad plena, que es el marco para el derecho a aprender de los niños- con el domicilio o sede.Me explico. La mayor parte de los estudiantes, afortunadamente, estarán en clase, en el edificio que frecuentaban, máximo en la semana entrante. Pero las sedes con daño grave o total estarán sujetas al proceso de construcción física: cemento, varilla, todos con casco. Aún en el frenesí de maquetas, asignación de fondos y planeaciones, no hay que olvidar la pregunta fundamental: ¿Y los niños? 

Lo que corresponde en la secuencia adecuada es: A) Actualizar el censo de los niños que no ocuparán el edificio previsto por meses, y contactar a las familias para evitar el abandono escolar o registrar la migración. B) Identificar la posibilidad de aumentar cupos o turnos en las escuelas cercanas. C) Considerando que la posibilidad B –además de los ingentes retos que representa en términos administrativos (¿dos profesores en tercero? ¿cómo se hace un cambio temporal de turno en el nombramiento de un maestro?)- con frecuencia no es factible, la alternativa siguiente es buscar una construcción permanente que sirva como alojamiento temporal para la escuela, incluso dispersando los grupos de diferentes grados. Por ejemplo, podrían ser espacios públicos como salones de la presidencia municipal o la comisaría ejidal, lecherías, aulas de clínicas; cabe pensar en la solidaridad que podría mostrarse por parte de tecnológicos, naves de bodegas, salones parroquiales. D) En una parte importante de los casos, la escuela era la construcción más sólida: no habrá disponible un alojamiento temporal en una construcción firme de los alrededores. O pensemos en el caso de San Pedro Tanapatepec, con 32 escuelas de pérdida total, o Santo Domingo Zanatepec, con 25 en la misma condición, ambas localidades del distrito de Juchitán, Oaxaca. Prácticamente todas los edificios estarán inutilizables al menos por lo que queda del ciclo escolar. Por ello, la siguiente alternativa son los espacios temporales de aprendizaje: en una zona segura y plana, con las adecuadas instalaciones de agua y saneamiento, se deberán colocar estructuras temporales –carpas, prefabricados, techumbres. Es un reto, del cual las experiencias de Perú, Siria, Camboya o Haití nos aportan claves; pueden ser algo digno y esperanzador, restituyendo el derecho de los niños, o pueden tornarse nuevas ocasiones de violación de sus derechos: escuelas pobres para pobres, opciones de segunda o de tercera por no haber nacido en el código postal correcto.

Para intentar agrupar la energía social con tino, UNICEF y algunas organizaciones de sociedad civil hemos constituido una mesa para acompañar la reconstrucción y rehabilitación de escuelas y para dar seguimiento a los espacios temporales para el aprendizaje. Debemos pensar en todo: Cuando se reconstruye una escuela, ¿se planea con cupo igual, mayor o menor? ¿Por qué? En el Modelo Educativo se proponen cambios fuertes en la práctica de aula, ¿no debiera, correspondientemente, cambiar el edificio de la escuela, o da igual? ¿Cuándo se va a poner al escrutinio de cualquier ciudadano los seguros de las escuelas, sus condiciones, las partidas del Fonden, los ajustes de Escuelas al Cien que se usarán? ¿Y los útiles escolares que se perdieron junto con las escuelas? ¿Qué criterios de estabilidad, iluminación, ventilación y temperatura deben marcarse como criterios imprescindibles para los espacios temporales? ¿Cómo se activarán los Consejos de Participación Escolar para que la reconstrucción no sea desde arriba y desde afuera, una instancia más de “Gracias Señor Presidente (o Gobernador)” y de verdad se entienda como la proeza de toda la sociedad, especialmente de los propios afectados?

A la escuela le toca ser el proyecto de la comunidad, y no el simple reflejo de sus carencias o sus desgracias. El edificio de su sede debe servir a lo sustantivo, que es el encuentro alumnos y maestros, con la participación de las familias y la comunidad circundante. Y por ello su sede debe ser un texto en 3D que nos diga qué pensamos de los niños: si son sólo pequeños seres a guardar para que no anden en las calles y las plazas, o si son nuestro tesoro y nos esforzaremos para que crezcan en plenitud en un lugar apropiado.