¡Que no se rajen los candidatos!
Recientemente, gracias a la firma de los acuerdos de paz, se ha puesto el foco en la ruralidad, intentando saldar la deuda histórica que traemos con los habitantes de zonas rurales del país donde, de acuerdo con el Censo Nacional Agropecuario de 2014, el 12.6% de la población por encima de los 15 años no sabe leer ni escribir, el promedio de años de escolaridad es de 5.5 años, mientras que para zonas urbanas es de 9.2 años; la infraestructura tiene en promedio 37 años de construida, el 70% de ella no cuenta con alcantarillado y el 36% no cumple con la relación necesaria de baterías sanitarias por estudiantes. Esto solo por enunciar algunas condiciones de las interminables que describen las grandes brechas existentes entre lo rural y lo urbano en nuestro país.
Por: Luz Enith Castro, Subdirectora de programas y proyectos en la Fundación Empresarios por la Educación, Colombia.
Una vez más, estamos ad portas del inicio de campañas para la elección presidencial en nuestro país y, como cada cuatro años, vemos en este proceso una oportunidad para analizar qué se ha hecho bien hasta ahora y dónde radican las principales dificultades. Una oportunidad para revisar el presente y poner la mirada en el futuro, en lo que queremos como sociedad y como país.
En educación particularmente, reconocemos importantes avances. El presupuesto destinado a este sector ha aumentado significativamente en la última década, ¡más de un 25%! Sin embargo, no han mejorado las condiciones de equidad ni hay, realmente, mayores oportunidades para todos los niños, niñas y jóvenes del país.
En términos de calidad educativa, se ha registrado un leve aumento en los resultados de evaluaciones y pruebas nacionales e internacionales. Pero aun así, es largo el camino por recorrer y urge reflexionar sobre aspectos inherentes a la calidad como la formación de docentes y directivos, la generación de ambientes dignos para el aprendizaje de todos y el desarrollo de habilidades para la vida y para el ejercicio de la ciudadanía.
Recientemente, gracias a la firma de los acuerdos de paz, se ha puesto el foco en la ruralidad, intentando saldar la deuda histórica que traemos con los habitantes de zonas rurales del país donde, de acuerdo con el Censo Nacional Agropecuario de 2014, el 12.6% de la población por encima de los 15 años no sabe leer ni escribir, el promedio de años de escolaridad es de 5.5 años, mientras que para zonas urbanas es de 9.2 años; la infraestructura tiene en promedio 37 años de construida, el 70% de ella no cuenta con alcantarillado y el 36% no cumple con la relación necesaria de baterías sanitarias por estudiantes. Esto solo por enunciar algunas condiciones de las interminables que describen las grandes brechas existentes entre lo rural y lo urbano en nuestro país.
En este contexto, el país se plantea la construcción de la paz como el norte que guiará nuestro futuro en el corto, mediano y largo plazo. Una paz que implica la formación de ciudadanos preparados para la reconciliación, el respeto por la diferencia, la convivencia y la superación de inequidades. Es mucho lo que se ha dicho y escrito sobre el papel central de la educación en la construcción de la paz, sin embargo aún no son suficientes las voces que se han elevado con este propósito.
Debemos ser cada día más quienes nos sumemos a exigir claridad y compromiso con la educación a los líderes del sector, y mucho más y particularmente en este momento, a los candidatos presidenciales. Más allá de una bandera política o de un slogan de campaña, la educación es un derecho humano fundamental, y en nuestras actuales condiciones es una prioridad.
En la pasada Cumbre de Líderes por la Educación, los candidatos presidenciales hablaron de asuntos como financiación de la educación pública, eficiencia en el gasto y control de la corrupción en el sector, políticas para la primera infancia, infraestructura digna para los colegios, jornada única de calidad, incentivos salariales para docentes en la ruralidad e internacionalización de las universidades, entre otros. Es importante seguirles la pista, pedirles ir más allá, preguntarles por lo no mencionado e inducirlos a asesorarse bien con conocedores del sector para que sus propuestas resulten pertinentes y realmente sumen a las necesidades del país.
¿Cuantos jóvenes acudirán por primera vez a las urnas en las próximas elecciones?, ¿Cuántas personas se convirtieron en padres y madres en los últimos cuatro años y ahora sienten una responsabilidad aún mayor en torno a la educación de sus hijos?, ¿Cuántos ciudadanos reconocen lo determinante que ha sido para sus vidas y la de sus familias la educación que han recibido?, ¿Cuántos más han querido forjar un futuro diferente para sus vidas y no lo han logrado por la falta de oportunidades educativas a su alcance? ¿Cuántos vamos a tomar una decisión consciente por la educación? Ojalá seamos todos.
La educación de calidad es un reto y una responsabilidad de toda la sociedad y exige la capacidad crítica para reconocer logros y errores, para construir sobre los aciertos sin importar el tinte o la bandera política. Esperamos ver más profundidad, contenido y consistencia en el tema a lo largo de esta campaña y estaremos atentos a los avances, compromisos y la materialización de los mismos por parte de quien sea elegido o elegida para ocupar el más alto cargo del gobierno para que la educación sea protagonista y que por fin nuestro país logre avanzar en la garantía de este derecho fundamental.
Publicado en el http://www.elmundo.com/noticia/-Que-no-se-rajen-los-candidatos-/360254
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