El importante rol de docentes y directivos en la permanencia escolar
En esta columna, Antonia Madrid, coordinadora del Observatorio Ciudadano de Reduca e investigadora de la ONG chilena Educación 2020, reflexiona sobre el rol que tienen docentes y equipos directivos en la motivación y proyecciones de niños, niñas y jóvenes dentro el sistema escolar.

Durante las últimas décadas, los países de América Latina y el Caribe han demostrado importantes avances en torno al acceso y cobertura en los distintos niveles educativos. Sin embargo, aún persiste la exclusión educativa o la “inclusión insuficiente o incompleta” (Escudero, 2005), tanto en términos de acceso y de calidad, como la exclusión del espacio escolar, como explica Daniela Eroles (2016).
Frente a esta problemática, los diversos actores a cargo del funcionamiento de la escuela cumplen un rol esencial: tantolas prácticas pedagógicas que desarrollan los profesores y profesoras en el aula, así como el liderazgo ejercido por directivos, son reconocidos por autores como Rivkin, Hanushek y Kain (2005) y Leithwood, Day, Sammonds, y Harris (2006), como los factores más relevantes dentro de la escuela para para lograr el aprendizaje y motivación de niños, niñas y jóvenes, y lograr la eficacia y mejora de los centros educativos; elementos esenciales para lograr la permanencia y aprendizaje de los y las estudiantes.
Es así como los directivos, cumplen un rol vital al ser el punto de conexión entre los diferentes actores educativos en el centro escolar, promoviendo la participación e integración de la comunidad escolar, elementos esenciales para generar un ambiente escolar en donde alumnos y alumnas sientan comodidad y respeto. A su vez, el trabajo con las familias permite generar estrategias preventivas de la deserción escolar más eficientes, involucrándolas en las problemáticas que se encuentran enfrentando los y las estudiantes.
Los docentes, por su parte, a través de estrategias pedagógicas innovadoras que se adapten al contexto y recojan los verdaderos intereses de estudiantes en riesgo de exclusión, pueden generar enormes cambios dentro del aula, incentivando, no solo el aprendizaje, sino también un clima que motive a niños y niñas. En este aspecto, cada docente debe apuntar a hacer partícipes a los y las estudiantes tanto del desarrollo de la clase, como de su planificación, generando espacios en donde el alumnado manifieste su opinión y se sienta escuchado.
Sin embargo, ninguna de estas acciones se puede desarrollar de forma independiente: tanto la participación e integración de la comunidad escolar, como las estrategias pedagógicas llevadas a cabo por el profesorado, deben estar coordinadas y ser pertinentes al proyecto educativo de la escuela. En este sentido, el equipo directivo debe generar el espacio en donde el proyecto educativo se desarrolle en conjunto con docentes y estudiantes, recogiendo las experiencias los actores para generar estrategias que apunten a lograr una escuela inclusiva, que fomente la participación de la comunidad escolar, y con ello, la permanencia y aprendizaje de todas y todos los estudiantes.
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