16/05/2016

El poder de las habilidades blandas en el aprendizaje de las ciencias duras

Es tarea de la escuela y de quienes trabajamos por mantenerla viva y dinámica, comprender que ayudar a transitar por la vida, con éxito, implica prestar atención a los simples pero profundos detalles de la cotidianidad. Esas habilidades que los estudios llaman “blandas” son lo que más cuenta para el aprendizaje de lo que tradicionalmente se ha denominado “habilidades y conocimientos duros.” Es el tipo de conexión emocional que se establece entre los sujetos y los campos del saber lo que favorece la apertura y la comprensión en el tránsito por la vida.

FEXE COL

Hace poco les pregunté a varios colegas qué es la escuela. “Un lugar de instrucción”, “Donde los niños van a aprender lectura, escritura, matemáticas, ciencias, sociales” o “Donde se adquieren habilidades de pensamiento crítico y se aprende a resolver problemas”, respondieron. Pero, al preguntarles a abuelos, padres o hermanos mayores qué significa este “lugar”, la describieron como un “ambiente” en el que se les ayuda a los niños a adquirir habilidades, conocimientos y capacidades para “transitar por la vida” y, en muchos casos agregaron, “con éxito”.


También tuve la oportunidad de conversar con Juan Casassus, filósofo, sociólogo y educador chileno, consultor internacional experto en el diseño de estrategias para el mejoramiento de la calidad educativa con base en un cambio de paradigma sobre el rol de la escuela y el aprendizaje.  


Casassus afirma que la idea que prevalecía cuando se crearon los sistemas educativos nacionales en el siglo XIX era formar un ser humano racional. Lo emocional y corporal era constituyente del ser animal y la escuela no lo abordaba. La racionalidad era el camino para el progreso y la felicidad. Esta idea dio lugar a lo que hoy conocemos como el desarrollo de habilidades cognitivas: interpretar, reflexionar, razonar, abstraer y asimilar conceptos complejos, resolver problemas y generalizar, habilidades que comúnmente asociamos con las ciencias “duras” y que medimos con pruebas estandarizadas.


Para Casassus “la escuela es una organización emocional, por tratarse de un sistema de relaciones que se estructura en torno al aprendizaje, y el aprendizaje es función de las emociones”. ¡Vaya sorpresa! Su afirmación me impactó. Desde hace algunas décadas en el  país venimos trabajando para mejorar el aprendizaje del lenguaje, las matemáticas y las ciencias, lo cual me parece necesario, pero no hacen parte del menú las emociones. Entonces, ¿cómo es eso de que el aprendizaje es función de las emociones? ¿Cómo se relaciona esto con la calidad de los aprendizajes?


Estas reflexiones las he nutrido con el último informe sobre educación del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), que examina el lugar de las habilidades blandas para el éxito en la escuela. Su conclusión es muy cercana a la de Casassus. Afirma que las habilidades blandas se refieren a la capacidad de relacionarse con otros y con uno mismo, de comprender y manejar las emociones, de lograr objetivos, de tomar decisiones autónomas y de confrontar situaciones adversas de forma creativa y constructiva. Por supuesto, esto no se puede medir con una prueba estandarizada, pero sí determina la manera en que un individuo enfoca el aprendizaje e interactúa con el mundo.


El informe también afirma que las habilidades cognitivas o duras y las no cognitivas o blandas, al estar interconectadas armónicamente, pueden llevar a resultados más sólidos en el aprendizaje y al cierre de brechas en la educación.  Habilidades como la determinación, el autocontrol, la perseverancia y la inteligencia social pueden ser muy importantes para superar los obstáculos que enfrentan los estudiantes de los hogares con menores ingresos, lo que propicia su permanencia en la escuela. 


Es tarea de la escuela y de quienes trabajamos por mantenerla viva y dinámica, comprender que ayudar a transitar  por la vida, con éxito, implica prestar atención a los simples pero profundos detalles de la cotidianidad. Esas habilidades que los estudios llaman “blandas” son lo que más cuenta para el aprendizaje de lo que tradicionalmente se ha denominado “habilidades y conocimientos duros.” Es el tipo de conexión emocional que se establece entre los sujetos y los campos del saber lo que favorece la apertura y la comprensión en el tránsito por la vida.


* Sonia Vallejo Rodríguez - Gerente del Centro de Liderazgo en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.

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